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Una tempestad de música londinense


Arranca el Festival de Música Antigua de Aranjuez, una excusa perfecta para acercarse a esta preciosa ciudad y escuchar a los mejores grupos del panorama nacional de este repertorio que cada vez tiene más éxito entre el público. Si esta noche son los hermanos Zapico los que abren este festival que durará dos meses, mañana harán lo propio los chicos de La Tempestad, que vienen con un disco sorpresa de regalo.

Finales del siglo XVIII. A Mozart le quedan meses de vida cuando su maestro, Joseph Haydn, emprende su primer viaje a Inglaterra. Presentado por Johann Peter Salomon, Haydn llega a Londres en 1791. Como muchos otros harían después -recordemos las sinfonías Escocesa e Italiana de Mendelssohn, por ejemplo-, Haydn se propone plasmar sus visiones de esos viajes en 12 sinfonías, las conocidas como Sinfonías de Londres o Sinfonías Salomon, que van del opus 93 al 104.

La Tempestad interpretará mañana la Quinta y la Novena de esas sinfonías de Haydn en el festival. En otras ocasiones han tocado otras Sinfonías de Londres en este mismo festival, pero ahora cierran el círculo. La Tempestad toca los arreglos que hizo Salomon para pequeño conjunto de las sinfonías del padre del clasicismo. El conjunto lo encabeza el flautista Guillermo Peñalver, y lo acompañan otros seis músicos.

El valor de esta grabación es mayor aún, ya que es la primera vez que se graban todas las sinfonías en un mismo paquete en versión de cámara, algo que demuestra el sello de World Premiere Recording que aparece en la carátula. Para los que no sepan si hacerse con el paquete, es recomendable que se acerquen mañana domingo hasta la capilla del Palacio Real de Aranjuez. Y repitan todo lo que puedan con este festival, ya que Al Ayre Español, Raquel Andueza o Artefactum serán los siguientes platos en los fines de semana que están por venir.

La Tempestad. Sinfonías de Londres de Joseph Haydn, dentro del Festival de Música Antigua de Aranjuez. A las 20.00 en la capilla del Palacio Real de Aranjuez. Entradas: 20 euros.

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¿Saltará Plácido Domingo a la lámpara?


Ya sé que queda un mes, pero me inquieta el Cyrano de Bergerac de Alfano que ha programado para entonces el Teatro Real. El 10 de mayo Plácido Domingo volverá a su tierra (ya interpretó este papel en el Châtelet de París hace tres años) para ponerse la nariz del entrañable personaje de Rostand y dar vida a este Cyrano de Alfano cuyo mayor tesoro reside en un libreto ingenioso y una música que fuerza la voz del tenor (el papel ideal para un tenor lírico spinto) para hacer verdadero teatro sobre las tablas.

Y aquí reside el problema: a Domingo el pueblo de Madrid lo quiere mucho y él quiere mucho al pueblo de Madrid. Pero seamos realistas: Domingo no tiene gracia sobre el escenario, no para encarnar a este personaje. Ni lo veo realizando peripecias de espadachín descarado sobre mesas. Quizá me impactó demasiado aquel montaje que ví hace unos años en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Roberto Alagna encarnaba al antihéroe francés en un espectáculo que viví como un niño: Alagna saltaba de mesa en mesa, se colgaba de las lámparas y hacía puro teatro (algo que en la ópera a veces se olvida). No entiendo cómo aquella ópera no se mantuvo más tiempo y se invitó a los colegios a asistir para reclutar nuevo público.

Sí que hay algo en común entre aquel montaje y el que se estrenará en el Real es que ambas vienen de producciones francesas y el director de orquesta. El titular de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Pedro Halffter (heredero del linaje de compositores españoles más importante del siglo XX), será el que dirija a la Orquesta Sinfónica de Madrid. No es el mejor momento para Halffter: en Canarias (donde también dirige a la orquesta filarmónica) hace tiempo que no lo quieren y en Sevilla hay una rebelión entre los atriles que ha llevado a presentar una carta de protesta ante el Consejo. Los músicos del conjunto sevillano hablan de la mala relación de Halffter con la orquesta, las desventajas de ser una orquesta sin concertino (siempre son invitados) y el hecho de que ni el Teatro de la Maestranza ni la ROSS avancen (aunque teniendo en cuenta los recortes de la última partida de Ayuntamiento y Junta de Andalucía, no es de extrañar que la orquesta vaya a sufrir un parón cuyas consecuencias no podemos ni adivinar). Un momento polémico para el director, por definirlo de una manera sutil.

Volviendo a Domingo, habrá que esperar al ensayo general en el Real para hacerse una idea, pero tengo mis reticencias. Domingo ya no tiene nada que demostrar: no entiendo por qué se empeña en afrontar estos proyectos que, más que un reto, son alardes de un tenor que busca demostrar que lo puede hacer todo. Y esto de lo cómico, Domingo, no va contigo. Si luego veo a Domingo haciendo un papel teatral excelso o llevando a cabo un duelo de espadas ejemplar (he leído lo que dijo el colega Rubén Amón en El Mundo cuando se estrenó en París y lo pone por las nubes), tendré que callarme la boca. Pero no tiene pinta de que vaya a ser así. ¿Saltará Domingo a la lámpara como Alagna en Sevilla? Si lo hace, prometo ir a verlo.

Mientras tanto, les dejo con este vídeo del backstage del montaje de los Alagna (su hermano David era el director de escena). Aunque sea por ver las pintas de Roberto Alagna con pintas de macarra de periferia, merece la pena.


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Los pecados de la prensa melómana

¿Y si la culpa de que a la música clásica le cueste tanto acercarse a nuevos públicos la tuviésemos los que la promocionamos? ¿Por qué damos por hecho que el lector sabe lo que es un pizzicato, que conoce las características de una orquesta barroca o que conoce el tipo de música que se hacía en el Renacimiento? ¿Por qué nos conformamos con escribir para un público formado en lugar de escribir para todos? Estos son los pecados de los periodistas especializados en música clásica, entre los que me incluyo. No pretendo dar clases de Periodismo, porque no soy quién para hacerlo, esto son mis reflexiones fruto de mis propios errores.

Vocabulario complicado. Muchas veces al lector puede hacerle sentir mal el hecho de que en el texto se citen continuamente determinadas palabras. Es lo crea una situación incómoda: ¿Debería todo el mundo conocer estos términos y yo como soy un ignorante no los conozco? La labor del periodista debe ser no solo informativa, sino en el caso de las artes, también didáctica. Hay que enseñar al lector. Si no se lo explicas, dejará de interesarse por el tema por considerarlo elevado, mientras que si se lo explicas, irá adquiriendo un léxico especializado y tendrá inquietud por seguir buceando en este mundo. Si hay que perder una línea para explicar que una cadencia es un parte solística (escrita o no) en la que el solista tiene más libertad para interpretar, se pierde. Hay que escribir para todos.

Críticas que parecen fanfarronadas. Siempre me lo he preguntado: ¿De qué sirven las críticas en las que no se da contexto? O peor aún, ¿De qué sirve una crítica de un espectáculo que, cuando se publique, el público ya no podrá ir a ver?. En la crítica, al igual que en los otros géneros, hay que escribir con criterio y mostrar una valoración, pero también darle al público razones suficientes (como en un análisis) para que entienda por qué este conjunto es digno de pagar una entrada. La crítica debe de cumplir esa función que nos enseñaban en la facultad de crear opinión pública, de hacer que algo se mueva en la cabeza del lector. Curiosamente, creo que esto lo hacen mejor los críticos de pop y rock. Si algunos de sus textos te hacen querer saber más sobre el grupo y escuchar en Spotify más canciones para comprobar lo que dice el crítico, la misión está cumplida.

Concretar y analizar. Tendemos a generalizar: la ópera, la música barroca, el Romanticismo alemán, la música contemporánea... Cada una de esas áreas se dividen en miles de aristas que abren un mundo de antagonismos y posturas radicalmente distintas. Por ejemplo, dentro del Romanticismo, ¿Qué tienen que ver las músicas de Berlioz, Mendelssohn y Chopin? Hay que concretar y dar rasgos muy peculiares: no se puede decir al público que Wagner y Verdi pertenecen a la misma época sin dar matices y quedarse tan ancho. Muchas veces los periodistas no tenemos el tiempo suficiente para estudiar esas diferencias, pero eso no debe pagarlo el lector.

Tirar de la emoción. Lo que nosotros llamamos "el color". Hay que dar detalles que ayuden al lector a imaginarse que está hablando con ese director o entre los atriles de ese ensayo. La emoción es la mejor herramienta para llegar a traves del papel a una persona que espera trasladarse a un lugar en el que nosotros hemos tenido el privilegio de estar. El olor de un archivo, el tic de un músico, las manías de un director antes de salir a escena, los secretos de la vida de un compositor, el hermoso grabado que se dibuja sobre la caja de una viola da gamba... Como ya he dicho, es un privilegio poder estar entre bambalinas en un ensayo de ópera, acudir a los ensayos previos a un concierto (recuerdo un Mesías con un coro de 500 personas en el Auditorio Nacional en el que yo era el único público), y por eso hay que compartir ese privilegio con los que no lo tienen. Es nuestra obligación.

Pensar en el bolsillo. Es obvio que los ciclos de Ibermúsica tienen una calidad exquisita. Pero por muy crack que sea tocando el arpa Xavier de Maistre (antiguo arpista solista de la Filarmónica de Viena), no puedes decirle a la gente que vaya al concierto en los tiempos que vivimos obviando que la entrada cuesta 150 euros. Hay que ser consecuente y no marcarse recomendaciones que el lector considere un insulto y que parezca que estás escribiendo para una élite por la que la crisis no pasa. Luego hay veces que se alinean los planetas y, por ejemplo, se puede ver a Barenboim con la orquesta del West-Eastern Divan en la plaza de toros de Ronda por 10 euros o en la Plaza Mayor de Madrid, gratis. Entonces hay que resaltarlo y desplegar todos tus encantos para que la gente se acerque.

Apostar por talentos, acercar con sencillez. Los músicos y directores no viven eternamente. La historia nos ha dejado una lista de divos incuestionables como Callas, Karajan, Bernstein, Perlman, Rostropovich o Carreras. Pero hay que renovar la agenda y empezar a escuchar a jóvenes que tienen mucho que decir en este mundo tan complicado de la música. El periodista de música clásica debería ser como un ojeador de fútbol y tantear los conservatorios y los conciertos de jóvenes solistas para empezar a sacar a la luz a esos chicos que el día de mañana serán nuestra música. Y además, esos chicos, que suelen ser personas normales y corrientes, nos pueden ayudar a mostrar que los que se suben al escenario ven las mismas series que nosotros en el ordenador, salen de fiesta por las noches y van a los campos de fútbol. Un lector probablemente no se identificará con Rafael Frühbeck de Burgos, pero a lo mejor sí con un Pablo Heras Casado mostrando su lado más humano y cotidiano.

Leer y escuchar. Sabíamos a lo que veníamos. Sabíamos que esto de ser periodista implica no parar de estudiar nunca (eso lo tenemos en común con los músicos). Lo de la carrera de cinco años (ahora cuatro) es un mero trámite para aprender lo básico y obtener la licenciatura (ahora grado), el verdadero aprendizaje empieza en las redacciones, en los estudios de radio, en los platós de televisión y en la calle. Por eso no nos podemos conformar con recoger una nota de prensa o hacerle un par de preguntas a un experto: hay que leer libros de música clásica, escucharla en casa, hacerse unos apuntes, ir a conciertos, leer revistas especializadas escritas por gente que lleva toda la vida consagrada a esto. Que a nadie se le caen los anillos por dedicar media hora al día a escuchar canciones de Grieg o preludios de Debussy.

Y dicho esto, solo queda añadir que todo esto tengo que aplicarlo yo mismo. Muchas veces con las prisas se nos olvida para quién escribimos y por qué. Si se os ocurren más, no tenéis más que decirlo en los comentarios.

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Hablemos de abonos juveniles

Los abonos juveniles son un reclamo claro para rejuvenecer el público de los auditorios. Algunos conjuntos sinfónicos los han puesto en marcha con una buena acogida. Recorremos los modelos de las orquestas españolas y comparamos precios para darle una vuelta a la oferta madrileña. ¿Hacen las orquestas todo lo que pueden para propiciar el cambio generacional en sus salas de concierto?*

Sevilla es la decana en la oferta musical para jóvenes. Lleva casi una década ofreciendo 300 abonos para jóvenes que incluyen 14 de los 16 conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Cada año, cuando se ponen a la venta, los abonos se agotan en menos de una hora. El septiembre pasado ya no quedaban a los 10 minutos de abrir las taquillas. El precio, aunque se ha duplicado desde que se puso en marcha, es de 40 euros, el más barato de los comparados (en relación con el número de conciertos). Las entradas para un solo concierto cuestan 22 euros.

La Orquesta Sinfónica de Bilbao también se suma a esta iniciativa, y por 81 euros ofrece a los jóvenes nada menos que 17 conciertos, aunque las entradas para jóvenes para un solo concierto son también muy económicas: seis euros. La temporada de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña es más cara para los jóvenes: 115 euros por doce conciertos (contando con que se les haga el 70% máximo de descuento). La entrada para un concierto ronda aquí los ocho euros. Para la temporada completa de la Sinfónica de Valencia, que comprende solo 5 conciertos, el precio es el mismo para todos: 66 euros.

Ahora volvamos a nuestra Comunidad. Hemos tomado tres grandes orquestas con temporada como modelo: Orquesta de RTVE, Orquesta Nacional de España y Orquesta de la Comunidad de Madrid. La que tiene mejor nota es la ORCAM: tiene dos temporadas, una en el Auditorio Nacional y otra en los Teatros del Canal. Los 12 conciertos del Auditorio salen por 72 euros para los jóvenes (cada concierto por separado costaría 15 euros con rebaja para menores de 26); y los seis recitales del Canal, por 36 euros. Y cada entrada individual por 12.

Peor nota tiene la Orquesta de RTVE, con un abono medio de 144 euros (11 conciertos), aunque la entrada para un solo concierto se reduce a 15,5 euros tras aplicarle la rebaja por para menores de 26. La temporada más cara es la de la ONE, cuyos ciclos (dependiendo de los conciertos que se quieran, de 6 a 24) oscilan entre los 160 y los 480 euros, sin descuentos para jóvenes. Algo que arreglan con entradas para los conciertos que bajan hasta los 4 euros. Pero la importancia del abono es considerable: si le das al joven la posibilidad de ir a toda la temporada con un abono anual, probablemente vaya a más conciertos que si le obligas a pasar por taquilla antes de cada programa. Pero claro, esto solo es una opinión.


*Hay que decir que estos cálculos están basados en unas localidades medias, que ocupen asientos laterales o que, al menos, no sean de patio de butacas ni de primera tribuna.

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La Pasión según Cuenca

Más de 50 años de historia colocan a la Semana de Música Religiosa de Cuenca como uno de los festivales más importantes de España. A dos horas de la Puerta del Sol, la ciudad manchega es un destino con encanto en tiempos de crisis para pasar la Semana Santa en compañía de las partituras más hermosas y espirituales.

Se crea o no en el Creador o en un ser superior que gobierna nuestros designios, los que han creído en Dios durante siglos han plasmado en los pentagramas composiciones tremendamente inspiradas. Al rescate de ese repertorio que ya no llena nuestras catedrales ni se oye por nuestros monasterios, nació hace 51 años la Semana de Música Religiosa de Cuenca. Tras las celebraciones del medio siglo del festival el año pasado que culminó con un espectacular Apocalipsis de Jesús Torres, este año se ha intentado no bajar el nivel a pesar de la necesidad de recortes (su subvención ha descendido un 40%).

Este año, aunque están aún temblando por ese momento en que pensaron que iban a tener que cancelar el festival, la programación sigue ofreciendo grandes conciertos del 31 de marzo al 8 de abril. Muy interesante el concierto del Domingo de Ramos, por aquello de que es interesante escuchar la música que se componía en Nápoles para los oficios (normalmente lo que goza de fama es la ópera napolitana, que incluso Mozart fue a ver en sus inicios). Con obras de Cristofaro Caresana y Gaetano Venziano, llegan al festival los músicos de I Turchini, que actúan en el Auditorio de Cuenca con un programa de Tenebrae basado en la música para la Semana Santa napolitana.

El Lunes Santo hay que poner la mirada en el recital del Coro L'Échelle, que protagonizarán en la Iglesia de la Merced el estreno del encargo que ha hecho el festival en esta edición a Eduardo Soutullo. Aut Caesar aut nihil es la baza contemporánea de la organización para este año, como lo fue el año pasado el Apocalipsis. El Martes Santo hay que buscar las bóvedas góticas de la Catedral, donde Lorenzo Ghielmi dará vida en el órgano (no se lo pierdan) a obras de Frescobaldi, Bach, Cabanilles o Scarlatti.


El Miércoles Santo es para los amantes de la música de cámara: el Trío Kandinsky hace de la Iglesia de Santa Cruz su cuartel general para consagrarse aún más como uno de los grupos camerísticos más importantes del momento. Prueba de ello es el estreno absoluto que protagonizarán, con una obra de Josep María Guix dedicada al conjunto bajo el lema Slowly...in Mist. Y el Jueves Santo hay que regresar al Auditorio porque allí estará la prueba de que los británicos se toman esto de la música antigua con mucha seriedad: el King's Consort interpreta los dos réquiems clásicos vieneses (Haydn y Mozart).

A partir del Jueves Santo se paralizan las eucaristías, y es el momento de los oficios previos a la Pascua de Resurrección. Momentos intimistas y muy espirituales que el jueves, viernes y sábado están a cargo del grupo español Schola Antiqua que interpretarán la Misa Mille Regretz de Cristóbal de Morales (¡recordémoslo, que es el abuelo del Siglo de Oro de nuestra música!) en la Catedral.

Un gran momento tendrá lugar el Sábado Santo, y el lugar volverá a ser esa maravilla que es la Catedral de Cuenca. El festival hace visitas acústicas al templo con ayuda del Código de Las Huelgas y el órgano de la sede catedralicia. Y cerramos el Domingo de Resurrección en la Iglesia de Valdecabras con His Majesty's Sagbutts & Cornetts, que interpretan la Sinfoniae Sacrae de Gabrieli. Una semana de música sacra con una altísima calidad en una ciudad que inspira a vivir en otra época. Si pueden no dejen de acercarse a Cuenca si tienen el fin de semana libre, porque seguro que merecerá la pena.


Consulta aquí la agenda completa de la Semana de Música Religiosa de Cuenca.

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Agenda del 26 de marzo al 1 de abril

26 de marzo

  • C(h)oeurs. Orquesta Sinfónica de Madrid y Les ballets C de la B. Coros de Wagner y Verdi. En el Teatro Real a las 20.00. Entradas: de 7 a 90 euros.
  • Ciclo de lied. El barítono Gabriel Bermúdez interpreta obras de Schubert, Schumann, Wolf y Schoenberg. En el Teatro de la Zarzuela a las 20.00. Entradas: de 3 a 174 euros.
  • Fundación Juan March. Recital de canto y piano. El barítono Domingo Cedrés y la pianista Ana María Gorostiaga. Obras de Gluck, Bellini, Donizetti y otros. En la Fundación Juan March a las 12.00. Entrada gratuita.
  • Música para la Pasión. Anima Musica Consort interpreta obras de Monteverdi, Buxtehude, Ruimonte y Carlo Gesualdo. En la Parroquia Nuestra Señora de Covadonga a las 20.30. 
  • Música para la Pasión. Capilla Renacentista toca obras de Orlando di Lasso y Allegri. En la Parroquia de Santa Teresa y San José a las 20.00.

27 de marzo

  • I due Figaro. Orquesta Sinfónica de Madrid dirigida por Riccardo Muti. Ópera de Mercadante. En el Teatro Real a las 20.00. Entradas: de 9 a 390 euros.
  • Auditorio Nacional. La Orquesta de la Comunidad de Madrid con el violinista Benjamín Schmid. Obras de Beethoven y Brahms. En el Auditorio Nacional a las 19.30. Entradas: de 8 a 17 euros.
  • Música para la Pasión. El grupo Commentor Vocis interpreta obras de Perosi, Goicoechea, Iruarrizaga, Iturriaga, Viñas y Marraco. En la Basílica Pontificia de San Miguel a las 19.00.


28 de marzo

  • I due Figaro. Orquesta Sinfónica de Madrid dirigida por Riccardo Muti. Ópera de Mercadante. En el Teatro Real a las 20.00. Entradas: de 9 a 390 euros.
  • Juventudes Musicales. Les Musiciens du Louvre. La Pasión según San Mateo de Bach. En el Auditorio Nacional a las 19.30. Entradas: de 55 a 110 euros.
  • Opus Ultimum. El cuarteto de Tokio. Obras de Haydn, Bartók y Beethoven. En el Auditorio Nacional a las 19.30. Entradas: 20 y 24 euros.
  • Fundación Juan March. La soprano María José Montiel y el pianista Miguel Estelrich. Obras de D'Indy, Turina, Debussy, Satie, Ravel y Falla. En la Fundación Juan March a las 19.30. Entrada gratuita.
  • Música para la Pasión. El organista Miguel Bernal y el cantante Héctor Guerrero interpretan obras de Franck, Beethoven, Rheinberger, Verdi y Wagener. En la Iglesia de San Antonio de los Alemanes a las 19.00.
  • Música para la Pasión. La Schola Gregoriana de Madrid interpreta repertorio gregoriano. En la cripta de la Catedral de la Almudena a las 19.00.
  • Música para la Pasión. El grupo Hora Ludens interpreta obras de Palestrina, Gounod, Mozart y Desprez, entre otros. En la Parroquia de San Lorenzo.
  • Música para la Pasión. El pianista Daniel Ligorio toca obras de Scarlatti, Mompou y Liszt. En el Auditorio del Conde Duque a las 19.00. Entradas: 12 euros.

29 de marzo

  • Teatro Monumental. La Orquesta de RTVE dirigida por Walter Weller y con la violinista Alina Pinchas. Obras de Mozart. En el Teatro Monumental a las 20.00. Entradas: de 10 a 22 euros.
  • Música para la Pasión. La sección femenina de la Schola Gregoriana de Madrid interpreta repertorio gregoriano. En la Basílica de la Virgen Milagrosa a las 18.00.
  • Música para la Pasión. La sección masculina de la Schola Gregoriana de Madrid interpreta repertorio gregoriano. En la Parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel a las 20.45.
  • Música para la Pasión. El pianista Daniel Ligorio toca obras de Scarlatti, Mompou y Liszt. En el Auditorio del Conde Duque a las 19.00. Entradas: 12 euros.

30 de marzo

  • I due Figaro. Orquesta Sinfónica de Madrid dirigida por Riccardo Muti. Ópera de Mercadante. En el Teatro Real a las 20.00. Entradas: de 9 a 390 euros.
  • Concierto 300 años de la Biblioteca Nacional. La Orquesta Nacional de España con la pianista Judith Jáuregui y el guitarrista José María Gallardo del Rey. Obras de Rodrigo, Brotons, Rodríguez-Albert y otros. En el Auditorio Nacional a las 19.30. Entradas: de 5 a 20 euros.
  • Auditorio Nacional. La Orquesta Barroca de Sevilla dirigida por el violonchelista Christophe Coin. Obras de Haydn, Brunetti y Boccherini. En el Auditorio Nacional a las 19.30. Entradas: de 4 a 15 euros.
  • Teatro Monumental. La Orquesta de RTVE dirigida por Walter Weller y con la violinista Alina Pinchas. Obras de Mozart. En el Teatro Monumental a las 20.00. Entradas: de 10 a 22 euros.
  • Fundación Juan March. El pianista Carlos Apellániz interpreta obras de Satie, Pulenc, Prokofiev, Schoenberg y Milhaud. En la Fundación Juan March a las 20.00. Entrada gratuita.
  • Música para la Pasión. La Orquesta de Cámara Villa de Madrid interpreta obras de Pachelbel, Albinoni, Vivaldi, Bach y Mozart. En la Basílica de Nuestra Señora de Atocha a las 20.30. 
  • Música para la Pasión. El Cuarteto Assai interpreta Las siete últimas palabras De Cristo en la cruz de Haydn. En la Parroquia de Nuestra Señora de las Maravillas a las 20.30.
  • Música para la Pasión. El Ensamble Thesavrvs interpreta la Misa de medianoche para Navidad de Charpentier.  En la Parroquia de San Ildefonso a las 20.30.
  • Música para la Pasión. El Trío Zarabanda toca obras del Barroco eclesiástico. En la Parroquia de Santa Cruz a las 20.00.

31 de marzo

  • Las noches del Real. Rafael Frühbeck de Burgos con la Orquesta Sinfónica de Madrid y el Coro Nacional de España. Obras de Brahms y Beethoven. En el Teatro Real a las 20.00. Entradas: de 6 a 80 euros.
  • Juventudes Musicales. La Gothenborg Symphony Orchestra dirigida por Gustavo Dudamel. Obras de R. Strauss y Haydn. En el Auditorio Nacional a las 19.30. Entradas: de 55 a 110 euros.
  • Fundación Juan March. El organista Miquel González toca obras de Lidón, Jaraba, Durón, Nebra, Elías, Andreví y Eslava. En la Fundación Juan March a las 12.00. Entrada gratuita.
  • Música para la Pasión. La Orquesta y Coro Melomadrit interpretan obras de Locatelli, Fauré, Marcello, Gounod y Vivaldi. En la Basílica de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli a las 21.00.
  • Música para la Pasión. El coro y orquesta de la Capilla Real de Madrid, Hippocampus y el Coro de niños de la Comunidad de Madrid interpretan La Pasión según San Mateo de Bach. En el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro a las 16.00. 
  • Música para la Pasión. El grupo vocal La Folía interpreta obras de Cima, Gabrieli y Corelli, entre otros. En el Auditorio del Conde Duque a las 19.00. Entradas: 12 euros.

1 de abril

  • I due Figaro. Orquesta Sinfónica de Madrid dirigida por Riccardo Muti. Ópera de Mercadante. En el Teatro Real a las 18.00. Entradas: de 9 a 390 euros.
  • Música para la Pasión. El coro y orquesta de la Capilla Real de Madrid, Hippocampus y el Coro de niños de la Comunidad de Madrid interpretan La Pasión según San Mateo de Bach. En el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro a las 16.00.  
  • Música para la Pasión. El organista Felipe López interpreta obras de Bach. En la Iglesia de San Ginés.
  • Música para la Pasión. Il Parnasso musicale interpreta piezas de Tomás Luis de Victoria. En la Iglesia de San Nicolás de los Servitas a las 18.00.

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Darán que hablar: Pablo Ferrández

No pierde la compostura, excepto cuando se sube al escenario y abraza su violonchelo, momento en el que se fusiona con el instrumento y solo queda la emoción. A sus 21 años, Pablo Ferrández ya se conoce los escenarios de medio mundo. Acaba de llegar de Los Ángeles, y ya sabe lo que es subirse a los escenarios de nuestro Auditorio Nacional y del Liceu de Barcelona. Su carrera, recién comenzada, le depara un futuro deslumbrante.

Su amor por la música le viene por casta. Su madre, profesora de música, le introdujo en este mundo con un método de enseñanza musical que ella mismo inventó, y su padre le contagió la pasión por el violonchelo, ya que toca su instrumento en los atriles de la Orquesta Nacional de España. Se formó en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, ese centro del que están saliendo grandes talentos de nuestra comunidad (como Ana María Valderrama, ganadora del último Concurso Internacional Pablo Sarasate).

Ahora estudia en la Academia de Kronberg (siempre supo que quería continuar su formación en Alemania), y forma parte de una generación de intérpretes de cuerda que están aniquilando la concepción histórica de que la cuerda española es mala (otro ejemplo es Beatriz Blanco, otra violonchelista que dará que hablar). Pablo visitó en tres ocasiones el Auditorio Nacional el año pasado, y con solo 16 años se estrenó como solista en el Liceu de Barcelona interpretando el difícil pero soberbio Concierto para violonchelo y orquesta de Dvorák.



Hace unos meses, hablaba con él sobre el hecho de que los intérpretes optan por marcharse a Europa para finalizar sus estudios en una institución de prestigio. Pablo lo ha hecho, y ya lo vaticinaba en aquella época, cuando llevaba ya siete años estudiando en la Reina Sofía: "La gente está huyendo en estampida a Alemania".

Es joven, seguro de sí mismo y aplicado para sus estudios -el violonchelo es su vida-, puede parecer serio y reservado, pero hay que darle unos minutos para que muestre la naturalidad. Su interpretación es sincera y desgarrada, tiene buen gusto sin exageraciones y demuestra todas las posibilidades de un instrumento con un sonido tremendamente humano. Para saber de su buen hacer, podremos verlo el próximo 20 de abril en el Teatro Monumental, donde tocará con la Orquesta de RTVE. Acérquense, porque merecerá la pena.

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El mapa musical de Madrid


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