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300 años de batalla (imperial)


Fue un hombre discreto, consagrado a la grandeza de la Catedral de Valencia y enamorado de las aristas de sus bóvedas. Juan Bautista José Cabanilles dedicó su vida a sacar partido a aquellas paredes de piedra componiendo música para ellas. Este año, a pesar de que nadie lo recuerde, celebramos el tercer centenario de su muerte.

Si hay una Biblia fiable sobre Historia de la Música esa es la recopilación que hace décadas forjaron Donald J. Grout y Claude V. Palisca. En ella, aparece un tal Juan Cabanilles en el apartado dedicado a la música del Barroco español. Es el único español que aparece, y eso es porque se lo merece. Cabanilles fue apodado por sus descendientes como El Bach español, algo que no deja de ser exagerado pero que nos muestra la grandeza y la maestría de sus piezas.

Probablemente fuera el mejor compositor del Barroco español (si consideramos a Tomás Luis de Victoria no como un compositor barroco, sino en la etapa de la música de la Contrarreforma). Cabanilles (1664-1712) comenzó de una manera humilde, formando parte del coro de su pueblo, Algemesí. Pero sus sueños iban más allá: tenían forma de catedral y sonaban a muro de piedra. Por eso se dedicó a estudiar a fondo la obra de uno de los mejores: Antonio de Cabezón. Cabezón había sentado las bases de la música española para órgano desde su puesto en la corte a mediados del siglo XVI, y Cabanilles se propuso ser un Cabezón en el Barroco.

Los estudios para sacerdote en el ámbito catedralicio valenciano le permitieron conocer las tendencias musicales europeas y tener acceso a los tratados y métodos organísticos. Entró como segundo organista y, tras la muerte del organista principal, quedó al mando del órgano de la catedral. El órgano era su mejor arma y también su casa. Desde él mostró a los valencianos su grandeza y su habilidad para crear piezas virtuosísticas (sus manuscritos se conservan en la Biblioteca de Cataluña). Entre sus obras hay tientos, tocatas, pasacalles... además de una misa completa y dos salmos (comprensible teniendo en cuenta la época y el contexto y la formación del compositor).

Para encontrar una conexión madrileña de Cabanilles hay que surcar los siglos, más allá de su muerte y llegar hasta uno de los compositores contemporáneos más alabados, Cristóbal Halffter. Perteneciente a la llamada Generación del 51, Halffter rescató en 1986 las obras de Cabanilles y fusionó la Batalla imperial del valenciano con el Tiento de Primer tono de Antonio de Cabezón en una muestra magistral que realzó ambas obras y unió a dos compositores que nunca llegaron a conocerse pero que estaban unidos por la admiración. Aquí os dejo su Tiento de primer tono y batalla imperial:


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